2025: La Inteligencia Artificial Redefiniendo el Razonamiento Jurídico
El pasado junio de 2024 escribí este artículo en el blog del Consejo General de la Abogacía Española titulado “¿Por qué no debemos utilizar la IA para sustituir nuestro razonamiento jurídico?”. En él comentaba cómo los estudios realizados de Daniel Kahneman sobre los sistemas 1 y 2 pueden ayudarnos a comprender las capacidades y limitaciones de la inteligencia artificial en el ámbito jurídico. Actualmente, la IA puede compararse con un sistema 1 sofisticado: rápida, automática y eficaz para procesar grandes cantidades de datos y reconocer patrones, pero sin la capacidad de razonamiento profundo, contextualización y deliberación características del sistema 2. Estas cualidades son esenciales en el trabajo de un abogado, donde se requiere evaluar contextos, interpretar leyes y aplicar principios legales a situaciones complejas, algo que la IA, por su naturaleza, no puede realizar de manera adecuada
.
En el artículo comentaba que la IA puede convertirse en una valiosa herramienta para potenciar nuestro sistema 1 y ayudarnos a razonar mejor. Como me explicaba Javier Ideami, experto en inteligencia artificial, interactuar con sistemas como ChatGPT puede aumentar nuestra intuición y hacer más eficiente el proceso de obtener y organizar información. Por ejemplo, un abogado puede utilizar la IA para acceder rápidamente a jurisprudencia relevante, ahorrando tiempo en la búsqueda inicial y permitiéndole enfocarse en el análisis profundo. Este enfoque no sustituye el razonamiento crítico ni la creatividad jurídica, sino que amplifica nuestras capacidades y nos obliga a pensar de manera diferente, del mismo modo que las máquinas de musculación facilitan el proceso de entrenamiento físico sin reemplazar el esfuerzo humano.
¿Qué ha cambiado desde este post?
El hito más relevante a este respecto es el anuncio de O3 por parte de OpenAI en diciembre de 2024, un avance destacado en la inteligencia artificial que redefine las expectativas sobre las capacidades de los grandes modelos de lenguaje. Entrenado en el conjunto público ARC-AGI-1, diseñado y lanzado por François Chollet como una métrica para medir la inteligencia general de los sistemas de IA, el sistema O3 logró un impresionante 75.7% en el conjunto de evaluación semi-privado dentro del límite de cómputo público establecido en el tablero de clasificación (10k compute). Además, una configuración de mayor cómputo (172x) alcanzó un extraordinario 87.5%, consolidándose como un paso disruptivo en la evolución de los modelos de la familia GPT.
Este avance no solo marca un incremento significativo en la capacidad de adaptación a tareas novedosas, nunca antes visto en modelos anteriores como GPT-3 o GPT-4o, sino que también redefine por completo las expectativas sobre el futuro de la IA. Para contextualizar, el mismo conjunto ARC-AGI-1 pasó de un desempeño del 0% con GPT-3 en 2020 al 5% en 2024 con GPT-4o, un progreso modesto en comparación con la mejora exponencial alcanzada por O3. François Chollet, quien además lanzó este statement destacando los resultados de O3, recordó que, a pesar del avance, aún existe un número considerable de tareas simples en el conjunto ARC-AGI-1 que el sistema no puede resolver. Este salto obliga a replantear nuestra intuición sobre las capacidades de la IA y abre nuevas posibilidades en campos que requieren una adaptabilidad sin precedentes.
¿Y esto qué implica? Que uno de los objetivos de las empresas de IA, como OpenAI, es avanzar hacia un modelo que se acerque al sistema 2 de Kahneman. Aunque la inteligencia artificial ha mostrado avances significativos en su capacidad de adaptación y razonamiento, aún enfrenta limitaciones importantes, como la incapacidad de abordar tareas simples de manera consistente. Esto evidencia que la IA todavía no ha alcanzado un nivel de razonamiento deliberado comparable al sistema 2, aunque avanza significativamente en esa dirección, ampliando las posibilidades de su aplicación en campos complejos como el jurídico.
Por ejemplo, un sistema de inteligencia artificial como O3 podría facilitar la identificación de patrones en grandes volúmenes de jurisprudencia y documentación legal, permitiendo a los abogados descubrir conexiones entre casos aparentemente dispares. Esto podría ser particularmente útil en litigios complejos que requieren el análisis de miles de páginas de registros judiciales, precedentes legales y legislación relevante. Aunque la IA no puede reemplazar la interpretación crítica y la aplicación creativa del abogado, podría actuar como una herramienta para reducir significativamente el tiempo necesario para procesar información y generar hipótesis iniciales.
¿Todo esto implica que veremos innovaciones inmediatas y generalizadas en el sector jurídico? No necesariamente. Aunque los avances como el sistema O3 representan un salto significativo en las capacidades de la inteligencia artificial, su integración en el ámbito jurídico no será inmediata ni automática. Si bien pueden salir aplicaciones que incorporen estas nuevas capacidades, toda innovación tecnológica requiere de un período de consolidación que incluye no solo la adaptación de la tecnología a las necesidades específicas del sector, sino también la aceptación por parte de los profesionales en su conjunto. Uno cosa es que salgan innovaciones, incluso específicas para el sector, y otra muy distinta es su uso generalizado con sus consecuentes impactos socio-económicos.
En este momento, las técnicas disponibles representan el estado del arte de la inteligencia artificial, pero esto no garantiza que estas mismas tecnologías dominen en el futuro cercano. Uno de los mayores errores es proyectar el futuro basándonos exclusivamente en las innovaciones actuales. Aunque el porvenir es incierto, los abogados deben comenzar a integrar la inteligencia artificial en su práctica diaria, explorando tanto sus capacidades como sus limitaciones, para entender cómo puede aportar verdadero valor a su ejercicio profesional.
PS. Dejamos para otro post otros avances de IA relevantes para el sector.
(Imagen generada con DaLL E).