FORMACIÓN EN IA PARA ABOGADOS: ¿BUSCAMOS APRENDIZAJE O ESPECTÁCULO?
Veo una tendencia inquietante en la formación sobre Inteligencia Artificial en el sector jurídico. En muchas de estas iniciativas, prevalece una preferencia casi absoluta por la práctica sobre la teoría, como si dominar únicamente las herramientas tecnológicas bastara para resolver, por sí mismo, los complejos desafíos que plantea la tecnología en el ámbito legal. Esta perspectiva, aunque intuitiva y aparentemente pragmática, ignora que existe una relación directa entre comprender profundamente la IA—más allá de su superficie tecnológica—y la capacidad de utilizarla de manera verdaderamente eficiente, segura y responsable en la práctica jurídica diaria.
La formación actual tiende a reducirse a sesiones de prompting, tutoriales sobre plataformas específicas y demostraciones prácticas de resultados rápidos, pero rara vez se aborda con suficiente profundidad la comprensión de cómo funcionan realmente estas tecnologías. Parece como si las formaciones jurídicas buscaran únicamente la satisfacción inmediata del abogado, ese efecto "wow" que despierta interés y asombro al instante, evitando intencionadamente los temas complejos y más difíciles de aprender, que incluso pueden resultar incómodos o frustrantes para un público acostumbrado a otro tipo de razonamiento. Esto provoca una ilusión peligrosa: la creencia de que el uso eficaz de la inteligencia artificial se limita a introducir comandos y obtener respuestas rápidas y vistosas.
Sin embargo, como profesores y formadores, nuestra misión debe ir mucho más allá. Nuestro papel no es vender soluciones rápidas ni productos tecnológicos fáciles de consumir, sino educar con rigor intelectual y responsabilidad profesional. Formar implica enfrentar a los abogados con preguntas difíciles, llevarles a explorar cómo funcionan las tecnologías desde dentro, explicarles los riesgos y límites de los modelos de inteligencia artificial, y enseñarles a pensar críticamente sobre los resultados que reciben. Aunque estos conocimientos puedan ser complejos, incómodos e incluso dolorosos de adquirir en algunos casos—especialmente cuando desafían esquemas tradicionales o formas habituales de trabajar—son imprescindibles para evitar errores costosos y decisiones mal informadas en el ejercicio profesional.
La auténtica preparación en inteligencia artificial para abogados requiere una combinación equilibrada entre teoría y práctica, paciencia en el proceso de aprendizaje, y una profunda comprensión ética y técnica de las herramientas que están empezando a transformar radicalmente la abogacía. Solo así podremos formar abogados competentes y críticos, capaces de aprovechar las ventajas de la IA sin quedar cegados por su atractivo inmediato, conscientes siempre de que detrás de cada resultado generado hay decisiones humanas, riesgos concretos y responsabilidades reales que deben asumir plenamente.